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Writer's pictureAngie Khoury

Recuento: Eclesiastés


Eclesiastés es uno de los libros más fascinantes e interesantes que he leído, cada página repleta de pura verdad y sabiduría. Es poético y realista a la vez, una reflexión cruda sobre la condición humana donde se cuestiona nuestro propósito en la tierra.

Me pareció relevante, aun para estos tiempos que estamos viviendo, y se ha convertido en uno de los estudios que más uso de referencia en mi cotidianidad.

No está estructurado como una historia, per se, sino como una colección de pensamientos, cuestionamientos, reflexiones y conclusiones sobre distintos temas, que fluyen entre si, lo que hace que sea fácil (e incluso entretenido) de leer y comprender.

“Todos los ríos van a dar al mar, pero el mar jamás se sacia”

Contexto + método

Este libro está en el Viejo Testamento, después de Proverbios y antes de Cantar de los Cantares.


Autor: Salomón, rey de Jerusalén

Fecha: aproximadamente 935 a. C.


Salomón se cuestiona sobre el sentido de la vida y el propósito de los seres humanos sobre la tierra, concluyendo que adorar y glorificar a Dios es el único objetivo que vale la pena perseguir y al que debemos dedicar nuestros esfuerzos.


Como expuse en este artículo, seguí mi rutina de estudiar primero el contexto e ir leyendo en ambas Biblias, haciendo apuntes sobre cada capítulo (son 12 en total). Por lo general leo un capítulo al día, para enfocarme en un solo tema o mensaje, de modo que sea más fácil interiorizarlo. Lo estudié por primera vez en junio del 2019.

“Hay más provecho en la sabiduría que en la insensatez, así como hay más provecho en la luz que en las tinieblas”

Reflexiones


A medida que progresaba con la lectura de este libro, percibí una punzante presencia de pesimismo, insignificancia, y honestamente, hasta un poco de desilusión. Pero pronto noté que fueron precisamente estos sentimientos los que me ayudaron a comprender el mensaje de Salomón, y a creer con convicción que tiene toda la razón.


Fue fácil identificarme con las preguntas de Salomón, y verme reflejada en sus razonamientos porque, ¿quien de nosotros es inmune a los errores o a asumir estilos de vida destructivos? ¿Quién no se ha preguntado para qué está en la tierra? Ya sea de un punto de vista filosófico o espiritual, hasta el más práctico. Las palabras del autor son retadoras y duras, pero esto hace que nos enfrentemos finalmente a la verdad; una verdad que nos ayuda a ver las cosas con claridad, y que nos hace libres para vivir como Dios lo quiso desde le inicio.

“La maldad no rescatará al malvado”

Entonces, ¿qué podemos aprender de este maravilloso libro?

Que nuestro propósito es glorificar a Dios con cada una de nuestras acciones, por mundanas que parezcan. Que no logramos nada con afanarnos o apresurarnos, ni persiguiendo la sabiduría del mundo, sino llenándonos de la sabiduría espiritual que nos ofrece nuestro Creador, y descansando en el hecho de que todo tiene un debido tiempo. Por eso, el futuro es “algo definido y a la vez incierto”. Nosotros no lo conocemos, ni sabemos qué pasará mañana, pero Dios sabe todas las cosas.

“Quien espera clima perfecto nunca siembra”

Que vale la pena disfrutar de lo que tenemos en lugar de desear lo que no tenemos. Salomón nos exhorta a actuar con sabiduría, a cuidar nuestra reputación, a obedecer a las autoridades, a perseguir el bien y no el mal, porque “todos tenemos un mismo final”.

Mientras leía, me surgieron algunas preguntas… ¿qué legado voy a dejar en esta tierra? ¿cómo voy a ser recordada, como una persona sabia o necia? ¿realmente quiero perseguir lo que el mundo ha definido como éxito?

Eclesiastés me brindó paz y claridad. Por mucho tiempo me preguntaba acerca de mi propósito: ¿en qué soy buena? ¿qué debo hacer con mis días? En primer lugar, y lo más importante, glorificar a Dios, ser embajadora de Jesús y compartir las buenas nuevas del Evangelio. Pienso en estas palabras a diario, cuando bordo, cuando estoy trabajando, cuando hablo con mis padres.

Cada día es una oportunidad para estar más cerca de Dios, y hacer lo posible por adorarle y glorificarle con nuestras acciones y actitudes, con nuestro trabajo dentro y fuera de casa, con la forma en que amamos a nuestra familia, amigos y desconocidos por igual. He comprobado que servirle y vivir para El vale la pena, y no hay nada que el mundo pueda ofrecernos que se compare con lo que Dios hizo por ti y por mi. El es digno de que vivamos para El y hagamos todas las cosas en Su nombre. Gracias a El, todo tiene un mejor sentido.

“Acuérdate de tu Creador”

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