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Writer's pictureAngie Khoury

Dar a luz por cesárea: mi experiencia

¡Hace tres meses me convertí en mamá!


Junto a mi esposo recibimos una hermosa y saludable niña por vía de cesárea. Fue una experiencia increíblemente retadora, aunque no traumática, y este es mi recuento de cómo me preparé, lo que me sorprendió y lo que me ayudó.



Siempre soñé con mi parto…


Estábamos todos en la misma página: hicimos cursos, leímos libros y vimos distintos videos de partos positivos; hice una lista de afirmaciones y declaraciones con citas bíblicas para animarme en ese gran día. Pero el embarazo y el parto, como la vida misma, son muy impredecibles; hay que saber fluir, dar un paso a la vez, porque a la vuelta de la esquina todo puede cambiar.


En una sonografía nos dimos cuenta de que la bebé tenía varias vueltas del cordón umbilical al cuello; esperamos unos días, sabiendo que la situación podía variar o podía empezar la labor de parto en cualquier momento, pero nada cambió. Cerca de las 39 semanas hicimos los últimos chequeos, tomamos la decisión y fijamos fecha; nuestra prioridad era la salud y seguridad de nuestra bebé.


Por supuesto que hice mi duelo, aunque durante todo el embarazo sabía que la probabilidad es 50/50. Al final, la bebé debe nacer de una forma o la otra. Pero confieso que me apené. Lo llevé al Señor en oración y le rendí mis sentimientos; mi expectativa e idea de lo que sería el nacimiento de mi hija. Le rendí mi miedo y me recordé su promesa.


Me puse el sombrero de periodista y traté de prepararme: pregunté a personas que habían dado a luz por cesárea, devoré artículos, videos y recursos gratuitos en internet, reorganicé mi maleta para la clínica y mi estación postparto en casa, en fin, hice lo mejor que pude.


Y aunque muchas de esas recomendaciones me ayudaron, creo que a la hora de la verdad siempre hay sorpresas cuando de experiencias nuevas se trata. Lo inesperado es lo que siempre debemos esperar.



1. Las medias de compresión: nunca me había operado y esto, aunque bastante lógico, no cruzó por mi mente. Pueden llegar a ser muy incómodas, pero necesarias para evitar coágulos y otras complicaciones.


2. La inflamación: la retención de líquidos es real y violenta. Llegó a molestarme más la inflamación en los pies que la herida de la cirugía. Después de la primera semana empecé a notar mejoría. El té de apio fue de muchísima ayuda.


3. El dolor abdominal: de nuevo, bastante lógico. La cesárea es una cirugía mayor donde hacen incisiones en unas 7 capas para llegar al bebé. Una de esas capas son los músculos abdominales, y era allí donde sentía más molestia en esos primeros días, en vez del lugar de incisión que es cerca de la pelvis. Se sentía como si hubiera hecho ejercicios incorrectos o excesivos.


4. El desafío de ir al baño: ir al baño molesta. Quizá no duele per se, pero definitivamente no será fácil ni placentero las primeras semanas. Hay sensaciones extrañas e incómodas para las cuales nadie pudo haberme preparado.


5. El cosquilleo o calambre: después del dolor inicial, ya sea abdominal o interno (como dolor menstrual intenso) viene la sensación de adormecimiento o calambre. Básicamente se siente como un cosquilleo en el área del abdomen bajo y todo el alrededor de la incisión. Y esto dura meses, lo cual me sorprendió bastante.


Cada parto es distinto. He escuchado historias de horror, por ejemplo, con el catéter, y situaciones de alto riesgo donde hay hemorragia excesiva u otras complicaciones. Creo que es importante informarse, prepararse y, dentro de lo posible, saber qué esperar. Considero que fui muy afortunada con toda la experiencia, en gran medida porque estaba acompañada de mi increíble doctora que se ha merecido mi respeto, confianza y aprecio; de mi esposo, cuya valentía me hace admirarlo con más fervor; y por supuesto nuestra familia, quienes nos brindaron mucho apoyo y amor.



Lo más importante: Dios estaba ahí. En cada momento, en cada paso del proceso, sentí su presencia. El nacimiento de mi hija es sin duda otra gran evidencia de su fidelidad, gracia y amor, y un testimonio de que Él cuida de nosotros, sobre todo cuando las cosas no salen como esperábamos. El está en control y su voluntad es buena, agradable y perfecta.


Ahora, ¿qué le diría a alguien que está a punto de dar a luz?


1. Piensa en la recuperación: puede que estemos pensando en cómo cuidaremos a nuestro recién nacido, cómo vamos a lactar, y eso es fundamental e importante; pero también hay que considerar cómo cuidaremos de nosotras mismas y nuestras necesidades postparto. Tener todos los productos de higiene a mano, así como comprar u ordenar los medicamentos tan pronto tengas la receta, facilitarán el camino hacia la recuperación.


2. Mente sobre hecho: recuerda que la recompensa es tu bebe. Dar a luz es difícil, no importa cómo sea. Y es difícil enfrentar la incertidumbre y la ansiedad que podemos sentir; algo que me animó mucho fue recordarme siempre que lo que estaba pasando iba a terminar y la recompensa sería mi hija. ¡Por ella todo valió la pena!


3. Hidratación: durante todo el embarazo fui muy disciplinada con mi hidratación, pero ese último día, entre las emociones y las salidas, me olvidé de algo crucial: tomar agua. Y aunque me ingresaron y canalizaron horas antes de la cirugía, estaba bastante deshidratada. Esto afectó mi recuperación y los primeros días de lactancia.


4. La polémica faja: hay muchos debates sobre si la faja hace una diferencia o no. Creo que es algo muy cultural y propio de las madres dominicanas, pero en mi experiencia la faja sirvió de mucha ayuda para sentirme un poco más fuerte y sostenida en la parte abdominal. Me ayudó a trasladarme con más facilidad porque me daba control, y cuando la usaba notaba que disminuía mi inflamación y dolor.


5. Se suave, pero camina: el movimiento es esencial para la recuperación, sobre todo de cesárea. En mi caso no caminé por las primeras 24 horas, y no me arrepiento. Pero si creo que, cuando me tocó caminar, debí haber hecho algunas cosas distintas; por ejemplo: comer, estar bien hidratada, tener la faja puesta, y honestamente, ser más suave conmigo misma.


6. Come y duerme lo mejor que puedas: muy importante para la recuperación, sobre todo esas primeras cuatro o cinco semanas; y también para iniciar con buen pie el camino de la lactancia. Proteínas, carbohidratos, grasas buenas, frutas, vitaminas indicadas por el/la obstetra, todo es fundamental para sentirse bien. Por igual, dormir y descansar siempre que se pueda y lo mejor posible, es decir: de manera cómoda, que realmente puedas recargar energías. Me costó varios días entender la importancia de esto; creo que en cierto modo tuve que darme el permiso para descansar, y cuando lo hice noté una gran diferencia, tanto a nivel físico como emocional.


Me considero afortunada y bendecida de haber podido vivir esta etapa sin problemas ni traumas. Son días difíciles, por supuesto, y en ocasiones parecen eternos. Pero son días que se esfuman y no vuelven jamás.


Todo pasa… hasta el postparto.


Algo que me hubiera gustado hacer es documentar más la experiencia mientras estaba viviéndola, porque es muy fácil abrumarse, y hay muchos detalles cotidianos que podemos olvidar con facilidad.


Ahora que han pasado tres meses las cosas son muy diferentes. Cada etapa es distinta, y los cambios se escabullen y nos agarran de sorpresa; otra oportunidad para aprender a bajar las revoluciones, respirar profundo, sentirlo y celebrarlo todo: permitirnos un duelo en los momentos difíciles, y celebrar cada victoria, por pequeña que parezca.



“Me has dado las fuerzas de un toro; Me has ungido con el mejor perfume.”

Salmo 92:10

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