top of page
Writer's pictureAngie Khoury

Aquí otra vez…

Cuánto tiempo ha pasado; cuánto he crecido y cambiado; cuánto ha hecho Dios en mí.


Es irónico, porque siempre he apreciado y amado las palabras, pero admito que hay momentos en que se escapan de mi mente como arena entre mis dedos. Hay momentos en los que ninguna cantidad de palabras puede expresar lo que sentimos. Es tanto, pero tanto, que las palabras no nos dan.


Así me he sentido últimamente, pues mi vida ha cambiado mucho, en poco tiempo. Y cuando estoy tranquila en la noche, con la oscuridad de cómplice, el lápiz y el papel de compañía, intento procesar y reflexionar; en ocasiones mis sentimientos, emociones y experiencias parecen ser muy grandes para mis palabras. Me quedo corta.


Pero por quintagésima vez, lo voy a intentar.

Por amor a las historias y a las palabras; por amor a mí misma.


Convencida de que éste es mi legado, y de que, si soy afortunada, algún día alguien se sentirá tan libre leyendo estas líneas como me he sentido yo al escribirlas. Ojalá poder ser alguien que apunta a otros a Jesús, y que les recuerda que vale la pena sentir, vale la pena crear, vale la pena vivir.


Por un largo tiempo lo olvidé. Y aunque funcionaba en piloto automático, en retrospectiva puedo ver que fue precisamente eso lo que me ayudó a sobrevivir: todo lo que sentí con mi alma herida; todo lo que cree con mis manos cansadas; todo lo que viví a medias y con inseguridad.


No sé quién eres, ni por qué estás aquí, aunque te agradezco la compañía. Lo que sí sé es que estoy aquí otra vez porque lo necesito. Porque me importa, me llena, me reta, me libera.


Empecé a escribir esto en marzo del 2022, a unas semanas de dar a luz. A penas he podido regresar, y el calendario ya marca el 1ero de junio. La rutina a veces se interpone en nuestro camino, y la mente también. Pero creo que por fin he comprendido que nunca es demasiado tarde si de verdad lo queremos intentar. Por fin comienzo a entender que esta es mi única oportunidad, aquí y ahora, con lo que tengo, lo que soy y lo que me falta. Y eso es más que suficiente.


Por fin siento que he reunido el valor para apostar a mí misma, y para ir tras lo que me apasiona; todo lo que siempre he soñado y anhelado.


Hacer lo que amamos es lo que más miedo nos da, siendo esto un reflejo de quienes somos en nuestra esencia. Por resguardarnos de juicios y críticas, también nos perdemos la oportunidad de crecer y de vivir no solo plenamente sino también auténticamente.



Dios conoce cada esquina de nuestro ser. Sabe cuántos cabellos hay en mi cabeza y en la tuya. Conoce ese anhelo por el cual le susurras cada vez que tienes la oportunidad; aquello que piensas una y otra vez; aquella pasión que enciende una chispa en tu corazón. Asimismo, Él te va a equipar y te va a preparar para ir tras tu sueño. Ese que por momentos abandonas desesperanzada porque quizá te convences de que no vale la pena; porque, al fin y al cabo, ¿cuál es la recompensa?


Hoy te digo (y me lo repito a mí misma) que la recompensa es la satisfacción que sientes al terminar esa pintura que comenzaste hace meses; la recompensa es la paz que te arropa al bordar; la recompensa es la alegría de probar esa receta y descubrir lo deliciosa que es; la recompensa es lo que aprendiste en ese proyecto o negocio que quizá no funcionó; o lo libre que te sientes al escribir, o la conexión que logras con los demás al compartir o escuchar una historia.


No sé por qué estás aquí, aunque te lo agradezco. De verdad pido al Señor que esto pueda animarte, consolarte o quizá inspirarte. Pero, sin ofender, puedo decir con toda sinceridad que si nadie lee esto jamás, aun así, valió la pena escribirlo. Porque aquí entregué mis pensamientos y sentimientos; mis aprendizajes y reflexiones; mi tiempo y mis tan preciadas palabras.

Porque me siento liviana, plena y feliz. Porque lo disfruté.


De ahora en adelante, eso será más que suficiente para mí.

18 views0 comments

Recent Posts

See All

Comments


bottom of page